Nivel 2 – LECCIÓN 07 – LA SANIDAD ESTÁ EN LA EXPIACIÓN

Por Andrew Wommack

Jesucristo ya compró la sanidad para nosotros. En Marcos 2 y Lucas 5 Jesucristo estaba enseñando en una casa que estaba tan llena de gente que a un hombre paralítico sus amigos lo bajaron por el tejado delante de donde Jesús estaba sentado, y Jesucristo de manera milagrosa lo sanó. En Mateo 8:14-16, después de que Jesucristo había estado sanando a la gente, la Biblia dice: “Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste que yacía en cama con fiebre. Le tocó la mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó y le servía. Y al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; y expulsó a los espíritus con su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos”. Después el versículo 17 da la razón por la que eso sucedió: “Para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías cuando dijo: EL MISMO TOMO NUESTRAS FLAQUEZAS Y LLEVÓ NUESTRAS ENFERMEDADES.” En este ejemplo, Jesucristo estaba sanando a mucha gente, y específicamente se nos remite y cita a Isaías 53:3-5: “Despreciado y desechado entre los hombres [Ésta es una profecía acerca del Señor Jesucristo], varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (los corchetes son míos RVR1960).

Estos son pasajes trascendentales de las Escrituras. Algunas personas los ven y dicen: “Un momento; esto está hablando en un sentido espiritual”. En la iglesia en la que crecí no creían en la sanidad física para el cuerpo. Tomaban un versículo como este y lo espiritualizaban—lo usaban para decir que fuimos heridos emocionalmente, y que cuando le entregamos nuestra vida al Señor, Él nos sana. Pero si unimos este pasaje con el pasaje que empezamos, terminará para siempre con esa aplicación de las Escrituras. Es verdad que Jesucristo te sanará emocionalmente y en otros aspectos, pero estos versículos están hablando acerca de la sanidad física para el cuerpo. Tú puedes ver eso porque Mateo 8:17, dice que esas sanidades que ocurrieron fueron el cumplimiento de la profecía declarada por Isaías que acabamos de leer: “Por su llaga fuimos nosotros curados.” Dice que éste era el cumplimiento de que Él mismo tomó nuestras dolencias y llevó nuestras enfermedades. Esto está hablando de la enfermedad física, de las heridas, y los dolores. Jesucristo sanó físicamente a la gente para cumplir la Escritura que dice que somos curados por Su llaga.

La Biblia continúa y dice en 1 Pedro 2:24: “y Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por susheridas fuisteis sanados”. Esto está en tiempo pasado. Jesucristo vino, y una parte de lo que vino a hacer fue sanar nuestros cuerpos físicos. No estoy minimizando el hecho de que Él también vino para perdonar tus pecados. Eso es importante, y el perdón de los pecados es como el acceso, la entrada a todo lo demás, pero Él no vino solamente para perdonar tus pecados. Él también vino para sanar tu cuerpo. En griego, la palabra de la que se tomó la palabra que abarca salvación en el Nuevo Testamento es sozo; es una palabra que abarca todo y se aplica a muchas cosas diferentes. Pero, si lo consultas, también se traduce como “sanado ”. Santiago 5:14-15 declara: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo” (RVR 1960). Aquí la palabra “salvará” es la palabra griega sozo, y habla de que el enfermo es sanado en su cuerpo físico. Esta misma palabra, que se tradujo como el perdón de los pecados cientos de veces en el Nuevo Testamento, también se tradujo como sanar.

Cuando Jesucristo comisionó a sus discípulos en Mateo 10, la orden que les dio fue que sanaran al enfermo, limpiaran al leproso, resucitaran al muerto, echaran fuera a los diablos, y que predicaran el Evangelio. En el mismo discurso en el que les dijo que predicaran el Evangelio, también les dijo que sanaran al enfermo, que limpiaran a los leprosos, y que echaran fuera a los diablos. La sanidad es parte de lo que Jesucristo vino a lograr en tu vida, tanto como el perdón de los pecados.

Así como tú nunca pensarías que el Señor querría que cometieras pecado para enseñarte que puedes aprender algo por medio de tu pecado, Él nunca desearía que tú vivas con enfermedad. Dios no es el autor de la enfermedad en tu vida. Algunas veces la gente dice cosas como: “Bueno, esta enfermedad de veras es una bendición de Dios porque me acercó a Él”. Es verdad que en situaciones de crisis la gente se acerca a Dios. Pero Él no manda la enfermedad para enseñarte algo. Él no haría eso como tampoco te conduciría a pecar. ¿Puedes aprender algo si vives en pecado? Si vives una vida de adulterio o de homosexualidad y te contagias de alguna enfermedad, ¿podrías aprender que ese estilo de vida estaba mal? Seguro que sí, pero Dios no fue la causa de que tú vivieras con ese estilo de vida. Él no puso el pecado en tu vida; sin embargo tú sí puedes aprender algo por medio del pecado. Tú puedes golpearte la cabeza contra la pared y así aprender que no vale la pena hacerlo, pero también podrías aprenderlo sin tener que golpear tu cabeza físicamente en contra de la pared. No tienes que aprender todo a golpes. Dios no trae la enfermedad a tu vida para llenarte de humildad ni para enseñarte algo. Jesucristo murió para perdonarte tus pecados y también para sanarte de tus enfermedades. Él llevó tus pecados en Su propio cuerpo, y por Su herida fuiste sanado.

La sanidad sobrenatural divina de Dios está disponible para todos nosotros y es parte de la expiación que la muerte de Jesucristo produjo. Si tú no estás recibiendo tu sanidad, eso no quiere decir que Dios está enojado contigo. Tú no tienes que ser sanado para amar a Dios. Tú puedes amar a Dios con todo tu corazón, y no creer en la sanidad, y aun así irte al cielo. De hecho, probablemente llegarás allí más rápido porque no sabes cómo vivir con salud divina. Pero ¿sabes qué?—la sanidad está disponible para ti. Jesucristo murió para producirla. Dios quiere que estés sano.

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