Nivel 2 – LECCIÓN 08 – LOS OBSTÁCULOS PARA LA SANIDAD

Por Andrew Wommack

En la lección anterior, hablé acerca del hecho de que la voluntad de Dios es sanar a la gente, y que la sanidad es parte de la expiación. Hay mucho más qué decir, porque aunque tú lo aceptes y lo hayas visto en las Escrituras, este tema plantea muchas preguntas como: “Si la voluntad de Dios es sanarnos, entonces ¿por qué no todos están sanos?” Hay muchas razones, y yo nada más estoy exponiendo lo fundamental de lo que yo sé. Hay mucha información que simplemente no puedo abarcar aquí, pero si establecemos que la voluntad del Señor es sanar a la gente, entonces quiero tratar parte del por qué la gente no está sana. Una de las razones es la ignorancia. Tú no puedes operar en algo que no conoces ni comprendes, y en mi propia vida ciertamente eso era verdad.

A mí me habían enseñado que la voluntad de Dios se realiza automáticamente, que yo no tenía autoridad, ni poder, ni nada que decir al respecto. Así que por mi ignorancia, varias cosas sucedieron. Mi papá murió cuando yo tenía doce años de edad y para mis veintiún años de edad otras dos o tres personas murieron en mi presencia. Yo estuve orando por todos ellos para que sanaran, pero no vi que la sanidad se manifestara, no porque no fuera la voluntad de Dios, sino por la ignorancia de mi parte. La ignorancia es la razón por la que las cosas suceden, pero no es una excusa. Es como la ley de gravedad: una persona podría decir: “Pues bien, yo no sabía que si daba un paso al vacío desde un edificio de diez pisos, me mataría”. Tú no tienes que comprender qué es lo que está sucediendo, porque de todas maneras vas a recibir todo el impacto de esa ley operando en tu contra. La gente ignora algunas de las leyes de Dios. No saben cómo funciona Su sistema de sanidad, por lo tanto la ignorancia está matando a mucha gente.

Otra cosa que puede obstaculizarnos el recibir la sanidad es el pecado. De veras le molesta a la gente que tú digas esto, porque interpretan lo que estás diciendo como si toda enfermedad fuera el resultado de algún pecado de su parte, lo cual no es verdad. Eso no es lo que estoy diciendo. En Juan 9, se habla de la vez que Jesucristo estaba saliendo del templo, y sus discípulos señalaron a un hombre por allí que había nacido ciego. Sus discípulos dijeron en el versículo 2: “Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?” En otras palabras, estaban tratando de asociar su enfermedad directamente con el pecado, preguntando si era su pecado o el de sus padres lo que había causado la enfermedad. La respuesta de Jesucristo fue que ninguno de ellos había pecado. Eso no quiere decir que ni los padres ni el hijo nunca hubieran pecado, sino que no era su pecado lo que directamente causó su ceguera. No es verdad decir que toda la enfermedad está relacionada con el pecado, pero tampoco es verdad decir que el pecado no es uno de los factores.

En Juan 5 se relata la vez que Jesucristo estaba en el estanque de Betesda, y Él sanó a un hombre de manera sobrenatural. Había multitudes en ese lugar, y solamente una persona fue sanada. Más adelante el capítulo muestra que el hombre no sabía quién lo había sanado cuando los Judíos le preguntaron en el versículo 12: ¿Quién es el hombre que te dijo: “Toma tu camilla y anda? ” Los versículos 13-14 continúan diciendo: “Pero el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús, sigilosamente, se había apartado de la multitud que estaba en aquel lugar. Después de esto Jesús lo halló en el templo y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te suceda algo peor”. Jesucristo dijo precisamente aquí que el pecado haría que le viniera algo peor que esa parálisis. Él asoció el resultado de la enfermedad con el pecado. Él también dijo en Juan 9 que no fue por el pecado de alguien que ese hombre nació ciego. Algunas cosas suceden de manera natural, pero hay veces en que la enfermedad, los padecimientos, o los problemas pueden ser un resultado directo del pecado. Inclusive en estos casos, eso no quiere decir que Dios es el que nos está haciendo esas cosas. Toma, por ejemplo, la persona que vive un estilo de vida homosexual, lo cual es una perversión de la naturaleza. El cuerpo humano no está hecho para vivir de esa manera. Las enfermedades sexualmente transmisibles provienen de ese estilo de vida. Dios no es el autor de esas enfermedades—es la naturaleza que se rebela porque no está diseñada para que vivamos de esa manera. Por ejemplo, si tú comes comida contaminada, tu cuerpo reaccionará, y no es Dios el que te está haciendo algo. Hay leyes naturales, y factores naturales en esto. Por lo tanto es verdad que el pecado puede ser una de las causas por las que la gente no está sana.

Si estás consciente de algún pecado en tu vida y estás creyendo que Dios te va a sanar, tienes que ponerle un alto al pecado, porque por medio de él, tú le estás dando a Satanás un acceso directo, que te está impidiendo recibir lo que Dios está haciendo en tu vida. Romanos 6:16 dice: “¿No sabéis que cuando os presentáis a alguno como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?” Eso no quiere decir que Satanás se convierte en el amo como si eso significara que tú pierdes tu salvación y te vas al infierno, pero sí quiere decir que seas Cristiano o no—si estás viviendo en pecado—le estás abriendo una brecha a Satanás en tu vida. Juan 10:10 dice que el ladrón viene con el único propósito de robar, matar, y destruir. Pero Jesucristo vino para darte vida. Así que por un lado tienes a Jesús tratando de traerte Su vida y salud, pero por otro lado también tienes a Satanás tratando de enfermarte. Si por medio del pecado te estás sometiendo a Satanás, le estás dando poder y le estás dando una ventaja en tu vida. Tú puedes orar y pedirle a Dios por la sanidad cuanto quieras, pero tus acciones le están permitiendo al diablo que entre y que traiga la enfermedad. Así que si estás viviendo en pecado, tienes que ponerle un alto a ese pecado.

Debo añadir que tú podrías llegar a absorberte tanto contigo mismo que podrías decir: “Pues bien, yo siempre estoy por abajo de lo que debería ser” y llegar al punto en que aunque tú crees que Dios puede sanar, crees que no lo hará porque no te lo mereces. Eso ciertamente también está mal. Nunca ninguno de nosotros obtendrá la sanidad de parte de Dios porque la merezcamos. Dios nunca ha tenido a alguien que trabaje para él que cumpla con los requisitos, por lo tanto tú no tienes que vincular el hecho de que Dios actúe en tu vida solamente a tu comportamiento, y a tu santidad. Tiene que estar basado en lo que Jesucristo ha hecho por ti y en tu fe en Él. Al mismo tiempo, tú no puedes ignorar tus acciones y someterte al diablo sin que éste te obstaculice. Verás la sanidad funcionando con mucha más facilidad, y mucho mejor en tu vida si te arrepientes y renuncias a cualquier cosa que estés haciendo que le permita a Satanás hacer una incursión en tu vida.

Otro factor que concierne a la sanidad, que es algo en lo que algunas personas no piensan mucho, es el hecho de que el negativismo y la incredulidad de otras personas pueden afectarte. Uno de los ejemplos clásicos de esto está en Marcos 6 y relata que cuando Jesucristo estuvo en su pueblo natal, la gente no lo consideró digno de una alta estima porque lo recordaban siendo un niño pequeño. Esas personas conocían a su papá y a su mamá, a sus hermanos y hermanas, y no lo respetaban como algunas personas lo hacían. Lo atacaron y lo criticaron. Marcos 6:4-6 dice: “Y Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro; sólo sanó a unos pocos enfermos sobre los cuales puso sus manos. Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor enseñando”. Esto no dice que Él no hubiera querido hacer ningún milagro, sino que no pudo. Aquí está Jesucristo, el Hijo de Dios, que vino a la tierra como hombre, que no tenía deficiencias en Su fe. Y por supuesto que el pecado no podía hacer ninguna incursión en Su vida. Sin embargo Él estaba limitado en lo que podía hacer por otras personas a causa de su incredulidad. Une esto con Mateo 13:58, donde dice: “Y no hizo muchos milagros allí a causa de la incredulidad de ellos.”, y vemos que Jesucristo, que no tenía limitaciones en Sí mismo y que ciertamente no había pecado en Su vida que le abriera una brecha a Satanás, estaba limitado en lo que podía hacer a causa de la gente que lo rodeaba.

Es verdaderamente importante entender esto: que lo que estoy diciendo es que la voluntad de Dios es sanar a todos todo el tiempo. Si tú crees eso, es posible que tú puedas cometer el error de ir a un hospital y tratar de vaciarlo de enfermos porque tú crees que la voluntad de Dios para ellos es que sean sanados. La voluntad de Dios para ellos es que sean sanados, pero Él no va a actuar en contra de su voluntad. Dios va a proteger su derecho a estar enfermos, su derecho a no ser sanados. Nadie puede obligarlos a ser sanados—y no pueden ser sanados por la fe de alguien más. La fe de otra persona puede ayudarles si están luchando, pero nadie puede hacerlo por ellos. Tú puedes empujar un automóvil si está en neutral, pero no puedes empujar un automóvil cuando está en primera o en reversa. Si una persona está en contra de la sanidad, tú no puedes superar esa situación. Por eso, tú no puedes vaciar un hospital o asistir a un servicio religioso de la iglesia y ver que todas las personas sanan sin su cooperación. Hay muchas más cosas que se podrían decir al respecto. Cuando Jesucristo sanaba a la gente, y hasta cuando resucitaba a los muertos, Él se acercaba a alguien y le decía: “No llores”. Él le dijo a una madre que no llorara y luego resucitó a su hijo de entre los muertos. En algún momento, en algún lugar, se debe usar la fe de alguien. Tiene que haber fe de nuestra parte, y hay muchas, muchas otras cosas relacionadas con la sanidad. Hoy he tratado aquí unas cuantas, y ojalá que te ayuden, pero una de las enseñanzas más importantes que tú debes asimilar de esto es que Dios es fiel. Su voluntad es que tú seas sanado, pero tú tienes que aprender cómo cooperar con Él. Él no puede hacerlo por ti; Él tiene que hacerlo por medio de ti. La sanidad procederá de tu interior. Mi deseo es que estas cosas te ayuden a que empieces a cooperar, para que permitas que el poder de Dios fluya a través de ti, y que vivas con Su salud sobrenatural.

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