Nivel 2 – LECCIÓN 09 – PERDONAR A LOS DEMÁS

Por Don Krow

Mateo 18:21-22 dice: «Entonces se le acercó Pedro [a Jesucristo] y le dijo: ‘Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces?’ Jesús le dijo: ‘No te digo hasta siete veces, sino aun hasta setenta veces siete'» (los corchetes son míos). Yo creo que Pedro pensó que él estaba siendo muy generoso al preguntar cuántas veces debería perdonar a alguien que pecara en su contra: “¿crees que siete veces en un día?” Jesucristo contestó: “Pedro; no siete, sino aun setenta veces siete”. Eso da 490 veces, pero eso no quiere decir que después de 490 veces ya no tengas que perdonar. Lo que Jesucristo mencionó fue una cantidad exagerada de ofensas que podría sufrir un individuo en un día. Él estaba diciendo que el perdón debería ser algo continuo, sin fin. El perdón debe ser la verdadera actitud del Cristiano. Jesucristo dijo en Lucas 23:34: “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen”. También Esteban el mártir, en Hechos 7:60 dijo: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. No todos aceptarán el perdón que se les ofrece, pero la actitud en el corazón del Cristiano siempre debe ser la de ofrecerlo.

Jesucristo relata una parábola acerca del perdón cuando Él continúa en el versículo 23 de Mateo 18: «Por eso, el reino de los cielos puede compararse a cierto rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Y al comenzar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. [La versión Living Bible dice que es como diez millones de dólares.] Pero no teniendo él con qué pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto con su mujer e hijos y todo cuanto poseía, y que se le pagara la deuda. Entonces el siervo cayó postrado ante él, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y todo te lo pagaré'» (los corchetes son míos). Ahora bien, ésta es la situación: Hay un hombre que en realidad le debe diez millones de dólares a su señor. No es posible que pueda pagar la deuda—él sabe que no puede y el señor también lo sabe. En esa época, tú no podías declararte en quiebra como puedes hacerlo hoy en los Estados Unidos—te vendían a ti, a tu esposa, a tus hijos, y todo lo que tenías, y te convertías en un esclavo. Te mandaban a la cárcel hasta que todo estuviera pagado, y si nunca sucedía, te quedabas en la prisión toda tu vida. Ese hombre hizo lo único que le era posible; se arrodilló y clamó por misericordia: “¡Oh señor, por favor sé paciente conmigo! ¡Por favor, te lo ruego! ¡Te pagaré todo. Sé paciente!” Fíjate en lo que sucedió en el versículo 27. Dice que el señor de aquel siervo tuvo misericordia de él y le perdonó su deuda.

Nosotros teníamos una deuda que no podíamos pagar. La Biblia dice que la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23)—la separación de Dios por toda la eternidad—toda la plata y el oro en el mundo no podían redimirnos. Entonces Dios por Su compasión y Su gracia envió a Su Hijo Jesucristo a la tierra para pagar la deuda que nosotros no podíamos pagar. Dios nos vio a nosotros con Su compasión y misericordia y dijo: “Les perdono esa deuda”.

Al hombre al que le acababan de perdonar la deuda de diez millones de dólares, un consiervo le debía aproximadamente unos veinte dólares. El acreedor se encontró al deudor y le dijo: “Me acaban de perdonar una deuda de diez millones de dólares, ¿qué son veinte dólares para mí? Quiero que seas tan libre como lo soy yo. No te preocupes. ¡Todo está bien, porque a mí me han perdonado una deuda de diez millones de dólares!” Eso es lo que debió haber sucedido, pero no fue así. Leamos lo que verdaderamente sucedió en los versículos 28-31: «Pero al salir aquel siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debía cien denarios, y echándole mano, lo ahogaba, diciendo: ‘Paga lo que debes.’ Entonces su consiervo, cayendo a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te pagaré.’ Sin embargo, él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Así que cuando vieron sus consiervos lo que había pasado, se entristecieron mucho, y fueron y contaron a su señor todo lo que había sucedido». ¡Él metió a ese hombre a la cárcel después de que personalmente le habían perdonado una deuda de diez millones de dólares! ¿Puedes creerlo?

Los versículos 32-34 dicen: «Entonces, llamándolo su señor, le dijo: ‘Siervo malvado, te perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste. ¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti?’ Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía». Ese hombre fue puesto en prisión por la manera como había tratado a su consiervo y consecuentemente perdió el derecho al perdón que había recibido al principio. Jesús dijo en el versículo 35: “Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano”. ¿No es tonto, que después de que todo nuestro pecado ha sido perdonado—la paga del cual es muerte y separación por toda la eternidad—nos neguemos a perdonar? Le rogamos a Dios diciendo: “Perdóname y ten misericordia de mí por medio de Jesucristo”, entonces recibimos el perdón y después nos volteamos y nos negamos a perdonar a alguien por ese asunto pequeño que nosotros pensamos que es muy grande—después de haber recibido perdón por todas las cosas que hemos hecho. Dios dice que eso es maldad.

Yo pastoreé una iglesia hace tiempo, y había una mujer en la congregación que podía ver cosas en el futuro. Ella me abordó en una ocasión y me preguntó: “¿Es el Espíritu Santo el que me dice cosas por venir y me muestra cosas en el futuro? Yo sé cuándo la gente va a morir y cuándo van a tener un accidente automovilístico, y cosas por el estilo”. Yo le dije: “No te va a gustar mi respuesta, pero no creo que sea el Espíritu Santo. Yo creo que es un espíritu de adivinación, el mismo espíritu que seguía al apóstol Pablo en Hechos 16. Él finalmente lo reprendió y le ordenó que saliera de esa muchacha y ella perdió su capacidad para adivinar”. Continué diciéndole que no era Dios, y dije: “Quiero que hables con Jesús y que le preguntes: ‘Señor ¿qué es lo que me dice cosas y me ha dado información, inclusive antes de que yo fuera salva? ¿Es Tu Espíritu Santo, o es otra cosa?’” Un día ella regresó a verme y me dijo: “Hablé con el Señor al respecto, y creo que todo está bien”. Yo le dije: “Cualquier cosa que el Señor diga está bien—yo no soy el Gran Pastor”.

Esto sucedió a principios de 1986, y ¿sabes qué sucedió en 1986? Tuvimos un transbordador espacial que se llamaba Challenger, y ocho personas lo abordaron. Una de esas personas era una maestra. Mientras esta joven estaba viendo la televisión, ella vio a la maestra que decía: “Mañana voy a abordar el Challenger”, y que estaba hablando al respecto. Un espíritu le habló a la joven y le dijo: “Ella va a morir, ella va a morir”. Al día siguiente cuando el Challenger despegó, explotó a la vista de todo el mundo, y toda la tripulación pereció. Esa joven volvió a verme y dijo: “Hermano Don, quizá lo que me está hablando y me está dando información no es el Espíritu Santo. ¿Podría orar por mí?” Después del servicio de esa noche, después de que todos se habían ido, la tomé de la mano y dije: “¡Tú, espíritu inmundo de adivinación, sal de ella!” Nada sucedió. Una vez los discípulos de Jesucristo trataron de echar fuera un espíritu inmundo de un joven y no pudieron hacerlo. Jesucristo dijo: “Traédmelo a Mí”. Así que dije: “Señor, yo pensé que sabía qué era lo que estaba sucediendo, pero te traigo a esta joven a Ti. Muéstranos qué es lo que está sucediendo”. Mi esposa estaba orando con nosotros y Dios le dio una palabra de conocimiento. Ella dijo: “Tiene algo que ver con su madre”. Le dije a la joven: “¿Puedes perdonar a tu mamá?” En el momento en que dije eso,

una voz gritó desde su interior: “¡No!, ¡ella me regaló!” Entonces dije: “Te ato espíritu inmundo” y le pregunté a la mujer otra vez si perdonaba a su mamá. Entonces ella perdonó y liberó a su mamá y la soltó por la gracia y con la ayuda de Dios. Ella fue capaz de dejarla en paz al tomar la decisión de perdonar, y después ella recibió su liberación y su libertad.

Así como Jesucristo dijo en la parábola de Mateo 18, yo digo que si no perdonamos de corazón después de que hemos sido perdonados de una deuda tan grande por nuestro Padre Celestial, seremos entregados a los verdugos. ¿Qué son los verdugos? Pueden ser toda clase de cosas—fortalezas demoniacas, la opresión, la enfermedad, la depresión, los padecimientos, y muchas otras cosas. La raíz es la falta de perdón. No perdonar después de que nosotros hemos sido perdonados le permite a Satanás afianzarse en nuestras vidas. La Biblia dice que nosotros tenemos que tomar la decisión de perdonar. En la oración del Padre Nuestro (Mateo 6:9-11), Jesucristo dijo que perdonemos así como hemos sido perdonados.

Marcos 11:25-26 dice que cuando oramos, si tenemos algo contra alguno, que perdonemos. ¿Qué significa esto? ¿Por cuánto tiempo debe permanecer el rencor en nuestros corazones? Nada más el tiempo que nos tardemos en recurrir al Señor y orar. Y si tenemos la más mínima huella de rencor en contra de cualquiera, deberíamos liberarlos y decir: “Dios, los pongo en libertad hoy. Los estoy perdonando. Estoy tomando esta decisión porque tú me perdonaste una deuda tan grande”.

“Señor, yo pido en oración que cualquier persona que esté leyendo esta lección y que tenga rencor en su corazón, tome la decisión de soltar a esa persona, de perdonarla sea que esté viva o muerta. Que se olvide de eso y que permita que la herida sane por Tu poder y Tu gracia hoy, Señor. Te lo agradezco, en el nombre de Jesús. Amén”.

CONTESTE LAS PREGUNTAS

Tienes que estar registrado y conectado para hacer este concurso. Conectarse o Regístrese en