Por Don Krow
1 Corintios 13:13 dice así: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” Más adelante 1 Corintios 14:1 dice: “Seguid el amor; y [no obstante] procurad [sinceramente] los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis” RVR1960 (los corchetes son míos). La Biblia dice que sigamos el amor, que tratemos de obtenerlo, y que lo convirtamos en nuestra mayor aspiración. Algunas versiones de la Biblia dicen que lo conviertas en tu interés primordial. Es lo único que nos vamos a llevar de esta vida a la eternidad. No nos vamos a llevar nuestros carros, nuestras casas, ni nuestro dinero, pero sí nos vamos a llevar el amor que Dios ha impartido en nuestras vidas por el Espíritu Santo. El amor es lo único que tiene valor eterno e importancia.
En realidad ¿qué significa la palabra amor? Yo digo, amo a mi esposa, amo el helado, y amo la tarta de manzana. En el idioma inglés solamente hay una palabra para describir el amor, por lo tanto cuando digo que amo a mi esposa y después digo que amo al gato, ¿impresiona eso a mi esposa? De ninguna manera. ¿Puedes darte cuenta de lo que estoy diciendo? Cuando yo uso la palabra amor, algunas personas piensan que significa sexo, otras piensan que significa un sentimiento amoroso intenso—la gente tiene toda clase de definiciones del amor. En la lengua griega hay cuatro palabras notables. Una es eros, la cual en realidad no se usa en la Biblia, y se define como la atracción sexual o el amor sexual. Dios ordenó esa clase de amor cuando dijo que el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. El libro de la Biblia titulado Cantar de los Cantares trata del amor sexual, el cual Dios ha reservado para la relación matrimonial.
Otra clase de amor es el que se llama storge y es el lazo natural o el afecto en una relación familiar. Después está el amor phileo, que procede de la raíz etimológica philia. Esta palabra se usa unas setenta y dos veces en el Nuevo Testamento y significa un sentimiento amoroso de afecto que varía en su intensidad. La mayoría de la gente cuando habla del amor piensa que en realidad se trata de eso, por lo tanto “se enamoran y se desenamoran”. Si tu matrimonio está basado en esa clase de amor, habrá veces que andarás por las nubes y otras que andarás por los suelos. Tú podrías enamorarte y desenamorarte con base en eso.
La Biblia dice que nos amemos unos a otros con la clase del amor de Dios, que es el amor agape. ¿Qué es el amor agape? Esto abarca muchas facetas y 1 de Corintios 13 da una definición completa de lo que el amor implica. 1 Juan 5:3 dice: “Porque este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos”. Los mandamientos de Jesucristo nos muestran expresiones de amor, pero para resumirlo, yo voy a usar Mateo 7:12, “Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas”. El asunto no es que toda la gente en la iglesia no me ama, no les importo, y tal o cual cosa. No, la Biblia dice que primero hagas a los demás todas las cosas que quieres que te hagan a ti. Ése es el amor. Va en contra de nuestra carne, va en contra de nuestra naturaleza buscar el bienestar y el beneficio de los demás por encima del nuestro. Hace falta Dios. No pienses que estoy diciendo que esto puede manifestarse sin Dios. La Biblia dice que el fruto del Espíritu es el amor, y Dios es amor. Él es el origen del amor y el que nos enseña por medio de Sus mandamientos cómo debemos amar. Él es el que nos dará fuerza, inclusive bajo la influencia de nuestra carne, para tomar buenas decisiones y actuar con base en buenos principios
Un día hace unos cuantos años yo quise irme a orar como normalmente lo hacía después del trabajo. Estaba en un parque, y dije: “Dios, verdaderamente quiero ministrarle a alguien”. Era un día caluroso y yo vi a un niño y a una niña sentados en unos columpios. Había un columpio vacío, así que me acerqué y me senté en el columpio. Me volteé para ver a la niña y le dije: “¿Es un bonito día, verdad?” Ella contestó: “Yo no hablo inglés”, y yo le pregunté: “¿De dónde eres?” Ella me contestó que era de Rumanía. Yo sabía que había rumanos en esa área, y me di cuenta de que las personas que estaban con ellos se me quedaron viendo, probablemente preguntándose por qué estaba yo hablando con sus hijos. Me acerqué y les dije: “Quiero ayudarlos”. Ellos dijeron: “¿Tú quieres ayudarnos? ¿Por qué querrías ayudarnos? ¡Ni siquiera nos conoces!” Yo les contesté: “Porque Dios quiere ayudarlos”. Había estado meditando en los principios del amor de 1 Juan 3:18 donde dice: “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”. Se supone que no debemos amar solamente con las palabras que procedan de nuestra boca, sino también con nuestras acciones. Aunque normalmente no traigo dinero, ese día tenía algo en mi bolsillo. Lo saqué y les dije: “Esto es para ustedes”, y les di el dinero. Como había estado ayunando ese día, tenía un poco de comida conmigo, así que les dije: “Y aquí hay algo de comida para su familia”. Eso los bendijo y me preguntaron: “¿Quién eres?” Les contesté: “Dios hizo una cita divina para que nos conociéramos hoy, y creo que voy a volver a verlos”.
Me fui a mi casa y le platiqué a mi esposa de mi encuentro con esos rumanos. Saqué del congelador un pedazo de carne para asar y lo cociné. Al día siguiente compré una caja llena de platos en una venta de bazar y regresé al parque. Los rumanos y sus hijos estaban allí, y yo les dije: “Les traje estos regalos. Están pesados, así que me voy a subir a mi carro, y si me enseñan dónde viven, llevaré los regalos a su casa”. Cuando llegamos a su pequeño apartamento de una recámara, saqué los platos y los cubiertos—todo hacía juego—de la caja y empecé a darles las cosas una por una. Mientras les estaba pasando las cosas, se les empezaron a escurrir las lágrimas, y dijeron: “¡Vamos a llorar! ¡Vamos a llorar!” Yo les dije: “El lunes por la noche tenemos un estudio Bíblico en nuestra casa y me gustaría invitarlos”. Ellos dijeron: “Nos gustaría ir”, pero yo les dije, “no quiero que vayan nada más porque les di unos regalos”. Ellos contestaron: “No se trata de eso, sino que queremos ir para conocer a sus amigos”.
Como no tenían un medio de transporte, yo pasé por ellos, los llevé a mi casa, y no mucho tiempo después, Dios empezó a tocarlos. Ellos no podían hablar muy bien el inglés, pero Dios los tocó cuando oramos por ellos. El amor de Dios se les estaba manifestando. Poco tiempo después, conocimos a otra pareja de rumanos, y yo le dije a la primera pareja: “¿Podrían ir conmigo para ayudarme a conocer a otra pareja de rumanos?” Estuvieron de acuerdo y un día recibí una llamada de la otra pareja: “Señor Don, nos han hablado de usted. Nos está apretando la soledad, y queremos conocerlo”. Así que llevé a mis amigos rumanos y fui a conocerlos. Llevé regalos, comida, y toda clase de cosas para ellos. Mientras hice eso y empecé a platicar con ellos todo iba muy bien hasta que uno de los rumanos que conocí primero dijo: “¡Deben ir al estudio Bíblico. Allí hablan de Jesús, y es maravilloso!” Ellos dijeron: “¡Un momento! Nosotros vinimos de un país comunista y ni siquiera sabemos si hay un Dios. Nosotros no queremos tener nada que ver con ese Jesús”.
Yo les dije: “Permítanme que sea su amigo”, y empecé a llevarlos a pasear los fines de semana y a comprarles ropa, y cosas que necesitaban. Se sentían muy avergonzados y se resistían mucho. “Pues bien, ¿no necesitas un abrigo?” “Pues, sí lo necesito, pero…” “Entonces vamos a comprarte un abrigo”. Empecé a amarlos por medio de mis acciones, pero no asistieron a nuestro estudio Bíblico hasta que yo dije: “Es probable que unos
americanos asistan al estudio y que puedan ayudarles a obtener un empleo”. Entonces sí asistieron muy pronto. En el estudio Bíblico esa noche yo le dije algo muy ridículo al Señor, “Señor vas a tener que darme un don de lenguas genuino esta noche porque no podemos comunicarnos muy bien”. Esa noche asistieron unos americanos que dieron su testimonio. Cuando yo empecé a hablar la señora de la segunda pareja de rumanos empezó a emocionarse, y yo me di cuenta de que algo estaba sucediendo. Después del estudio dije: “Permítanme que ore por ustedes”, mientras orábamos, Dios de repente los tocó y llenó toda la atmósfera del cuarto con Su amor. Entonces la mujer dijo: “Sabes, cuando los americanos estaban hablando, no pude entender nada de lo que estaban diciendo, pero cuando tú te pusiste de pie y empezaste a hablar de Jesús, de Su amor por nosotros, y de lo que Él hizo para que pudiéramos tener una relación con Él, ¡yo comprendí todas las palabras que dijiste! ¡Lo entendí perfectamente! ¡Debe de ser Dios! ¡Debe de ser Dios!” Como resultado, toda nuestras vidas fueron transformadas, y no solamente las de los rumanos.
Mi casa empezó a llenarse los lunes por la noche de extranjeros—rumanos, búlgaros, y gente de Rusia. Dios estaba transformando sus vidas, y sabían que los amábamos. Hasta tuvimos gente de África. Aunque casi no podíamos hablar unos con otros, esas personas sabían una cosa: cuando orábamos Dios se les manifestaba. También sabían que yo haría cualquier cosa por ellos y que los amaba. Dios cambió sus vidas y las vidas de muchas otras personas, y quiero decirte cómo sucedió. Sucedió porque un día en el parque, yo vi a unas personas que tenían otro color de piel, y que eran de otra nacionalidad. Yo no tenía ningún sentimiento de afecto, pero sabía que el amor es esto: haz a otros cualquier cosa que quieras que te hagan a ti. Yo busqué su bienestar y su beneficio sin tener en cuenta cómo me sentía, ¿y sabes qué fue lo que sucedió? Lo apreciaron tanto que lo que surgió en ellos por mí fue amor philia, el amor que tiene sentimientos, y empezaron a decirme: “Te amo” y a abrazarme y a besarme. Lo que eso causó en mí fue que generó esa clase de sentimientos por ellos. Si tú quieres tener el amor que tiene sentimientos en tu vida, practica el amor agape. Busca el bienestar y el beneficio de los demás sin tomar en cuenta cómo te sientes, y esto generará un amor que tiene sentimientos.
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