Nivel 3 – LECCIÓN 09 – O BAJO LA LEY SINO BAJO LA GRACIA

Por Don Krow

Una noche soñé que una mujer era castigada continuamente por todas las cosas que hacía mal (por sus pecados). Un hombre la seguía por todos lados, y cada vez que ella cometía un error, él meneaba la cabeza mostrando su desaprobación, se quitaba el cinturón, y la golpeaba. Si ella decía algo malo o hacía algo malo, él la castigaba. Ella andaba por allí actuando con inseguridad, tratando de sonreír y de mantener una buena actitud; pero continuaba haciendo cosas que le causaban problemas. No eran cosas de mayor importancia, pero todas las acciones intrascendentes que ella hacía y que él observaba eran razón suficiente para que ella recibiera una paliza. Parecía una situación desesperante. Ella no podía evitar hacer cosas que la metieran en problemas. Recuerdo que sentí compasión por ella. Yo quería ayudarla para alejarla de ese hombre malo que siempre la golpeaba. Y entonces desperté.

Empecé a pensar en la gracia de Dios; el favor y la capacidad de Dios que son inmerecidos y que no hemos ganado. Cuando el corazón está establecido en la gracia, ya no tenemos que tratar de ganarnos la aceptación de Dios por medio de nuestro comportamiento o por medio de la observancia de la Ley con nuestra propia fuerza y capacidad. Finalmente hemos podido librarnos de las golpizas que nos merecíamos por haber quebrantado la Ley de Dios. Hemos sido rescatados por Jesús.

Piensa en el favor. El favor implica obtener la aprobación, el apoyo, o la bendición de alguien. Cuando tú quieres tener el favor de alguien, ¿qué es lo que haces? Tú tratas de hacer y decir todo lo que crees que le agradaría a esa persona, y de evitar cualquier cosa que pudiera molestarla. El asunto es que debes portarte bien todo el tiempo. ¿Verdaderamente es posible lograrlo? Es como tratar de resistir la gravedad. Puedes hacerlo por un tiempo, pero finalmente, fracasarás. Es algo más fuerte que tú.

Yo me identifiqué con la mujer de mi sueño. Yo he llegado a sentirme como ella cuando me he esforzado mucho para hacer todo bien y a pesar de eso he fallado en algo pequeño y he fracasado. Pensaba que si tan sólo pudiera pasarme un día sin fallar, lograría algo. Pero no era así, mis defectos siempre hicieron que yo fuera imperfecto. Pensaba que no solamente había desilusionado a mi Padre celestial, pero también me condenaba y me reprendía a mí mismo. Estaba derrotado. Estaba enfocado en mis propias capacidades e incapacidades. Nunca alcanzaba el estándar, nunca era lo suficientemente bueno como para llegar a la meta, ¡necesitaba que alguien me rescatara!

Dios por Su misericordia nos envió ayuda; Su nombre es Jesús. Dios lo envió para librarnos de nosotros mismos y de nuestros endebles esfuerzos para observar Su Ley. Jesucristo tomó el castigo que merecíamos por no haber podido observar la Ley, para que no tuviéramos que morir, y para que en vez de eso pudiéramos ser puestos en libertad y tener la vida eterna con Él. Jesucristo nos dio el don de la justicia para que podamos ser justos y santos ante Dios el Padre y para que cumplamos con todos los requisitos de la Ley. Tenemos paz con Dios por medio de lo que Él hizo por nosotros con Su muerte, Su entierro, y Su resurrección. Disfrutamos del favor de Dios, inmerecido y no ganado. Ésa es la gracia.

Creyendo esto, tu corazón debe estar establecido y sin dudas, sabiendo que Él hizo esto porque te ama. Haz que tu corazón esté afianzado, seguro, estable, y firme en Su gracia; lo cual quiere decir, que debes estar establecido sin cuestionar ni dudar que Dios ya nos ha dado todo lo que necesitamos para vivir una vida abundante en Jesús y por medio de Él.

Si continuamos considerando y concentrándonos en nuestras fallas, nuestros errores, y nuestros pecados, en vez de concentrarnos en Jesús el autor y el consumador de nuestra fe, nuestros corazones estarán tristes y serán incapaces de creer que podemos recibir cualquier cosa de parte de Dios. Es con el corazón con lo que creemos y recibimos Su justicia y Su gracia. Nuestros corazones deben ser totalmente suyos. Es entonces cuando estaremos satisfechos y tendremos paz.

“Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida” (Proverbios 4:23).

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