Nivel 1 – LECCIÓN 05 – LA NATURALEZA DE DIOS

Por Andrew Wommack

Para tener una relación positiva con el Señor, debemos conocer Su naturaleza y Su verdadero carácter. ¿Él está enojado por nuestro pecado, o es un Dios misericordioso que quiere darnos Su vida y Su bendición, independientemente de nuestro comportamiento? Las Escrituras de hecho nos dan dos perspectivas diferentes de Dios, sin que eso signifique que alguna vez Él ha cambiado o que ha hecho algo violando sus normas. Hubo un período de tiempo en el que dicho con la terminología que se usa en la Biblia, Dios “acusó a los hombres por su pecado”.

Esto se puede comparar con la crianza de los hijos. Cuando son muy pequeños, no es posible razonar con ellos, ni explicarles por qué deben comportarse correctamente o por qué no deben ser egoístas ni deben quitarles los juguetes a sus hermanos y hermanas. Se les deben dar reglas, y si las quebrantan, deben ser disciplinados. Las reglas deben hacerse cumplir aunque ellos no tienen conocimiento de Dios ni del diablo, ni de que le están dando lugar al diablo cuando son egoístas. Quizá no entienden los conceptos, pero sí pueden entender que si repiten la acción, serán castigados.

En cierto sentido, eso es lo que el Señor hizo con el Antiguo Testamento. Antes de que la gente fuera vuelta a nacer, no tenía la percepción que nosotros tenemos bajo el Nuevo Pacto, así que Él tuvo que dar leyes y tuvo que apoyar el cumplimiento de las mismas con el castigo, algunas veces incluso con la muerte, para que desistieran del pecado. Como Satanás estaba destruyendo a la gente por medio del pecado, se le tuvieron que poner limitaciones al pecado, y éstas tuvieron que hacerse cumplir. Aunque esto dejó la falsa impresión de que Dios, por nuestro pecado, en realidad no nos amaba, eso no es lo que la Palabra de Dios enseña. Romanos 5:13 dice: “Porque hasta la ley, el pecado estaba en el mundo; pero no se imputa pecado no habiendo ley” RVA. “Hasta la ley” significa antes de la época de Moisés cuando Dios dio los Diez Mandamientos y otras leyes ceremoniales que se aplicaban a la nación Judía. Hasta esa época, el pecado estaba en el mundo pero no se estaba imputando. La palabra imputar es un término de contabilidad; por ejemplo, si tú vas a la tienda a comprar algo y dices: “Ponlo en mi cuenta”. Cuando lo ponen en tu cuenta, se registra y se hace un cargo en contra de tu cuenta, y se te imputa la compra. Si dejaran de imputarte la compra, eso significaría que no fue registrada ni se te tomó en cuenta.

Este versículo dice que hasta que llegaron los Diez Mandamientos, a la gente no se le inculpó de pecado. Ésta es una declaración sorprendente. Considera Génesis 3 y 4. La mayoría de la gente tiene el concepto de que cuando Eva y Adán pecaron contra Dios, como Él era santo y el hombre ya era pecador, Él no podía relacionarse con la humanidad pecadora. Piensan que Dios sacó al hombre del huerto para alejarlo de Su presencia porque un Dios santo no podía relacionarse con el hombre malvado. Además piensan que hasta que mejores tu comportamiento por medio de buenas obras, Dios no puede tener ningún tipo de relación contigo. Eso es contrario al mensaje que Jesucristo trajo. Romanos 5:8 dice que Dios mostró Su amor por ti, en que siendo aún pecador, Cristo murió por ti; así que el Nuevo Testamento enseña que Dios mostró Su amor por ti cuando todavía estabas viviendo en pecado, y no se esperó hasta que tú mejoraras tu comportamiento. Una de las grandes verdades del Evangelio que cambiará tu vida es que Dios te ama tal y como eres. Él te ama tanto que si recibes Su amor, tú no vas a querer seguir siendo como eres. Tú cambiarás, pero cambiarás a consecuencia del amor de Dios y no con el fin de obtener Su amor.

En Génesis 4 puedes ver que Dios todavía estaba conviviendo con el hombre, y que inclusive continuaba platicando con Eva y Adán aun después de que pecaron. Él platicaba con Caín y Abel, y cuando se presentaron para ofrecerle sacrificios, Dios les contestó con una voz audible. Por su reacción, podemos darnos cuenta de que ellos estaban acostumbrados a escuchar Su voz, y no los asustaba. Cuando Caín mató a su hermano Abel y se convirtió en el primer homicida sobre la tierra, la voz audible de Dios vino del cielo: “¿Dónde está tu hermano Abel?” Caín le mintió a Dios, aparentemente sin sentir remordimiento. Eso solamente puede suceder si la persona está tan acostumbrada a escuchar la voz de Dios que ésta le resulta muy familiar y no le tiene miedo. Todo esto revela que Dios continuaba conviviendo con la humanidad y que no había terminado la amistad, como comúnmente se cree. Dios no le estaba imputando sus pecados al hombre. ¿Significa eso que Él excusó sus pecados o que no tenían nada de malo? No; ésa es la razón por la que finalmente Él dio la ley. Dios tuvo que dar la Ley para regresar al hombre a un estándar correcto. Dios tuvo que mostrarle al hombre que necesita un Salvador y que tiene que llenarse de humildad y recibir el perdón como un regalo. Lamentablemente, la religión mal entendida ha manipulado y controlado estas cosas para enseñar que la Ley fue dada para que puedas observarla y por ello ganarte el perdón de Dios y su aceptación. ¡No! El propósito de la Ley del Antiguo Testamento era magnificar tu pecado a tal grado que eso hiciera que te desesperaras porque nunca podrías salvarte a ti mismo y que dijeras: “Dios, si éste es tu estándar de santidad, no puedo con él. Perdóname, ten misericordia de mí”. Toda la naturaleza de Dios siempre ha sido el amor.

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