Nivel 1 – LECCIÓN 06 – EL ARREPENTIMIENTO

Por Don Krow

Algunas personas tienen una idea equivocada de lo que es el arrepentimiento. El arrepentimiento no es la perfección sino un cambio de dirección. Vamos a hablar de la parábola del hijo pródigo, o del hijo perdido. Jesucristo relata una historia que ilustra perfectamente qué significa que un individuo se arrepienta. En Lucas 15:11-12 Jesucristo dijo:

«Cierto hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos le dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde’. Y él les repartió sus bienes.»

El hijo menor quería recibir su herencia antes de que su padre muriera, lo cual es algo insólito, pero su padre le concedió su petición y les dio a sus hijos su herencia. El versículo 13 dice: «No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, partió a un país lejano, y allí malgastó su hacienda viviendo perdidamente». El hijo menor tomó toda su fortuna, su parte de la herencia, se fue a un país lejano, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Una traducción dice: «Parrandeando y gastándose el dinero con prostitutas».

Los versículos 14-15 dicen: «Cuando lo había gastado todo, vino una gran hambre en aquel país, [La tierra había caído en miseria y la gente se estaba muriendo de hambre], y comenzó a pasar necesidad. Entonces fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquel país, y él lo mandó a sus campos a apacentar cerdos.» (los corchetes son míos). Él consiguió empleo trabajando para un hombre de ese país y lo mandaron a alimentar los cerdos. El versículo 16 dice: «Y deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada». Tenía mucha hambre, casi se moría de inanición, y él dijo: «Denme la comida de los cerdos—lo que sea», pero no hubo quien le diera algo. Él había desperdiciado toda su herencia. El versículo 17 continúa diciendo: Entonces, volviendo en sí, dijo: «¡Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de hambre!» Una versión dice: «cuando recobró el juicio». Dicho en otras palabras, los trabajadores de su padre tenían más comida de la que necesitaban, y él se estaba muriendo de hambre.

Él tomó una decisión; se arrepintió. El arrepentimiento es un cambio de manera de pensar, un cambio de actitud que hace que una persona mejore su comportamiento y que tome una nueva dirección. En los versículos 18 y 19, él dijo: «Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores'». Padre, hazme un esclavo. He pecado en contra de ti, he desperdiciado tus bienes, y he pecado en contra de Dios. Sólo te pido que me hagas como un esclavo. Entonces él se levantó y fue a su padre. El arrepentimiento es más que un simple cambio de actitud, un cambio en la manera de pensar, o un cambio de opinión; conduce a una persona a actuar con base en lo que cree, a que mejore su comportamiento (que dé marcha atrás) y que tome una nueva dirección. Todos nos hemos alejado de Dios, nuestro Padre, y del cielo, nuestro hogar. La Biblia dice en Isaías 53:6 que «todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino», pero Dios en Su misericordia tomó nuestros pecados y los cargó sobre Jesucristo.

La historia continúa en los versículos 20-24: «Y levantándose, fue a su padre». Una noche yo le platiqué esta historia a un hombre que nunca antes la había escuchado, y él supuso que cuando el hijo regresó, el padre le dijo: «Hijo, mira lo que hiciste. Malgastaste toda mi fortuna, todo lo que había acumulado en mi vida. Serás uno de mis esclavos». Es probable que la mayoría de los padres terrenales estuvieran muy enojados y que tuvieran una actitud como ésa, pero fíjate en la actitud de este padre: «Y cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, [el amor surgió desde su corazón para su hijo], y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó». Y el hijo le dijo: «Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo». Pero el padre dijo a sus siervos: «Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies; y traed el becerro engordado, matadlo, y comamos y regocijémonos; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado». Y comenzaron a regocijarse. (los corchetes son míos). Empezaron a celebrar.

En otra ocasión le dije eso a un hombre que comentó: «Veo lo que Jesús estaba diciendo. Si yo me acerco al Padre celestial buscando misericordia y digo ‘Padre, he pecado contra ti, y no soy digno de ser tu hijo,’ Él me aceptará’». Nuestro Padre celestial tendrá compasión, y no te convertirá en un esclavo. Él restaurará totalmente tu relación filial con Él. Dios está esperando. ¿Te has alejado? ¿Por qué no te acercas hoy a Dios, tu padre, y al cielo, que es tu hogar?

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