Por Andrew Wommack
2 Corintios 5:17 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” RVR 1960. La frase “en Cristo” se usa más de 300 veces en el Nuevo Testamento, y siempre se refiere a una relación vital de unión con Dios. Cuando eso sucede, te conviertes en una nueva criatura. De hecho algunas traducciones dicen “una nueva creación”.
Esto nos lleva a un tema fundamental que yo creo que es indispensable para comprender que tu nueva identidad es la de Cristo: la nueva criatura no se dio en el ámbito físico. Eso no está hablando de tu cuerpo físico, ni dice que es un cambio total, ni que tu apariencia cambia. Si una persona era gorda antes de ser salva, continúa siendo gorda después de ser salva, a menos que se ponga a dieta. Tampoco habla de tu parte mental o emocional—que es lo que la mayoría de la gente considera como su verdadero “yo”. Si tú no eras muy inteligente antes de que fueras salvo; tampoco serás muy inteligente después de ser salvo; por otra parte también conservarás gran parte de tus recuerdos y pensamientos.
Hay una tercera parte, y de acuerdo a este versículo, por el proceso de eliminación, ésta tiene que ser la parte de nosotros que cambió—nuestro hombre espíritu. Un versículo que verifica esto es 1 Tesalonicenses 5:23 donde Pablo está orando por los Tesalonicenses: “Y que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Este pasaje muestra que tenemos un espíritu, un alma, y un cuerpo. La parte del cuerpo es obvia. Es la parte de nosotros que es visible, nuestra persona exterior. Todos reconocemos que hay una parte más allá de ésta; nuestra parte mental y emocional; que la Escritura llama alma. Sabemos que aunque una persona no te toque físicamente, puede tocarte con sus palabras, ya sea de una manera positiva o negativa. La mayoría de la gente está identificada con la parte física y la del alma, pero de acuerdo a las Escrituras, hay otra parte, la cual es el espíritu.
El espíritu es la parte de nosotros que cambió y que es nueva después de la salvación. De hecho es la parte dadora de vida. Santiago 2:26 dice: “Porque así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin las obras está muerta”. Esto muestra que es el espíritu el que de hecho sopla la vida en nuestros cuerpos físicos. De allí procede nuestra vida. En Génesis 2 cuando Dios creó a Eva y Adán, el cuerpo de Adán estaba completo, pero después Dios sopló en él aliento de vida. La palabra del hebreo del Antiguo Testamento que se tomó como “aliento” se tomó como “espíritu” en otras partes. Dios creó el cuerpo físico y el alma de Adán, pero después Él sopló en él aliento de vida y se convirtió en un ser viviente. El espíritu es la parte de nosotros que nos da vida.
Antes de la salvación, antes de que una persona le entregara su vida al Señor y que el Señor residiera en su interior, el espíritu de esa persona estaba muerto. Efesios 2:1 dice: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” RVR 1960. Sabemos que estábamos vivos antes de volver a nacer, pero la palabra “muerto” está hablando de algo espiritual. La muerte en la Biblia no significa dejar de existir, como algunas personas piensan al respecto. Literalmente significa “separación”. Cuando una persona muere físicamente, no deja de existir. La Biblia enseña que se va inmediatamente a la presencia de Dios o al infierno. El alma y el espíritu continúan viviendo, pero hay una separación del cuerpo físico, el cual muere y se descompone.
Cuando Génesis 2:17 dice “El día que de él comas, ciertamente morirás”, no indicaba que iban a morir físicamente, sino espiritualmente, que iban a separarse de Dios. El espíritu, la parte que Dios sopla en nosotros, que de hecho da vida y ánimo, se separó de la vida sobrenatural de Dios…de su vida santa y completa…que la Biblia llama “zoe” o “vida que denota abundancia y perfección”. Después el hombre empezó a degenerar. Continuaba operando, pero estaba operando independiente de Dios. Eso es en realidad lo que causa todos los problemas en nuestras vidas… todo nuestro estrés.
Cuando una persona le entrega su vida al Señor, recibe un espíritu nuevo y es vuelta a nacer, ésa es la terminología que Jesucristo usó en Juan 3:5. Así como un hombre nace físicamente con un espíritu, un alma, y un cuerpo, cuando vuelve a nacer, él recibe el Espíritu de Cristo. Gálatas 4:6 dice: “Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre!”. Dios literalmente pone Su Espíritu dentro de nosotros, y ahora tenemos una nueva calidad de vida, una nueva identidad, y somos una persona totalmente nueva en nuestro espíritu.
El resto de la vida Cristiana es aprender en el ámbito de tu alma y de tu mente lo que ocurrió en tu espíritu. La verdad es que, la tercera parte de tu salvación se consuma cuando recibes a Jesucristo como tu Señor. Tu espíritu cambia totalmente. Es exactamente el mismo espíritu que tendrás por toda la eternidad. Ya tiene amor, gozo, paz, y está lleno de la presencia de Dios. No hay ineptitud ni carencia en tu espíritu, pero tú tienes que percibirlo, y ésa es la razón por la que estudiar la Palabra de Dios es tan vital para la vida Cristiana. Tú eres una persona totalmente nueva, pero no cambiarás hasta que obtengas el conocimiento. La victoria en la vida Cristiana viene cuando eres capaz de escudriñar la Palabra, que es Espíritu y vida, de ver quién eres, ver lo que Dios ha hecho, y de empezar a creerlo.
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