Nivel 2 – LECCIÓN 01 – EL EGOCENTRISMO

Por Andrew Wommack

El egocentrismo es el origen de la mayoría de las cosas que experimentamos. Hay un versículo en Proverbios 13 que de veras deberías consultar, porque no creerías lo que dice si no lo leyeras en tu propia Biblia. El versículo 10 dice: “Por la soberbia sólo viene la contienda, [sólo por la soberbia viene la contienda] mas con los que reciben consejos está la sabiduría” (los corchetes son míos). Para empezar, mucha gente estaría en desacuerdo con esto y dirían: “Un momento. La soberbia no puede ser lo único que causa la contienda o la discordia. Proverbios 17:14 dice que la contienda es el comienzo de la discordia, por lo tanto la discordia tiene que ser causada por otras cosas aparte de la soberbia. Un ejemplo de esto es lo que fulano me hizo”. Otros dirían: “Lo que pasa es que tú no entiendes; la razón es mi personalidad”. No, las Escrituras dicen que la soberbia es la única razón de la contienda. No es solamente una de las causas principales sino la única causa. También aquí algunas personas estarían en desacuerdo y dirían: “Tengo problemas de toda clase, pero la soberbia no es uno de ellos. Es más, tengo una autoestima tan baja, que nadie podría acusarme de tener soberbia”.

Tenemos que redefinir qué es el orgullo. No es pensar que eres mejor que alguien más, sino dicho con términos simples, es verte a ti mismo como el centro de todo. El egocentrismo es en realidad la raíz de toda la soberbia. En Números 12:2 Miriam y Aarón, la hermana y el hermano de Moisés, se pusieron en contra de éste, lo criticaron por un matrimonio exogámico, diciendo: “¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?” La Escritura dice en el versículo 3 que Moisés era el hombre más manso sobre la tierra. En vez de ofenderse por lo que dijeron, él empezó a orar y a interceder por ellos.

Cuando dice que Moisés era el hombre más manso de la tierra, haz una pausa y piensa al respecto. No sabemos cuánta gente había sobre la tierra, pero con seguridad había millones, y Moisés era el más manso. Lo más impresionante es que Moisés escribió esta declaración sobre sí mismo. La mayoría de la gente piensa que si alguien es verdaderamente humilde o manso ni siquiera es consciente de eso. Ésa es una percepción equivocada acerca de lo que realmente es la arrogancia. La soberbia no es solamente pensar que eres mejor que todos los demás—es el egocentrismo. Es como tener un palo con la arrogancia de un lado y la baja autoestima en el otro. Esas son expresiones opuestas de lo mismo, pero ambas están en el mismo palo. Es egocentrismo. No importa si tú piensas que eres mejor que cualquiera o peor que cualquiera, eres totalmente egocéntrico. Todo se filtra por medio de eso. Una persona tímida, cohibida es muy orgullosa y egocéntrica, piensa solamente en sí misma.

El punto que estoy estableciendo es que el egocentrismo es en realidad la raíz de toda la soberbia, y si unes esto con Proverbios 13:10, por la soberbia sólo viene la contienda, lo que esto dice es que nuestro propio egocentrismo es lo que nos hace enojar, no lo que la gente nos hace. Es nuestro egocentrismo lo que nos hace reaccionar ante lo que la gente nos hace. Nunca serás capaz de impedir que la gente te trate mal; eso no puede suceder. El objetivo de la fe no es ejercer control sobre la gente sino ayudarte a tratar contigo mismo para lidiar con las cosas que están en tu interior. Por lo tanto no importa lo que la gente te hace a ti.

Cuando Jesucristo estaba siendo crucificado, Él fue capaz de ver a la gente que estaba crucificándolo y decir: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Él no controló a esas personas, pero en cambio ejerció control sobre Sí mismo. Es el egocentrismo lo que nos hace enojar. Jesucristo no vino a la tierra por un interés personal, sino que Él amó tanto al mundo que vino por nosotros. Él se acordó de Su madre cuando estaba colgando en la cruz y le pidió a uno de sus discípulos que cuidara de ella. La razón por la que Jesucristo fue capaz de perdonar y actuar con amor—en medio de una agonía intensa, de la injusticia, y de todo lo que se le presentó—fue que Él no era egocéntrico.

Es tu propio egoísmo lo que hace que te enojes; sin embargo las Escrituras dicen que se supone que debes ser indiferente a ti mismo. Si yo tuviera un cadáver enfrente de mí, podría insultarlo, patearlo, escupirle, o ignorarlo, pero si verdaderamente es un cadáver, no reaccionaría. La razón por la que respondes como lo haces ante las cosas que te rodean, no son esas cosas externas, sino lo que está en tu interior. Nunca serás tan fuerte en la fe que puedas quitar todos esos obstáculos y todo lo que te molesta, pero sí puedes encargarte de ti mismo. Debes llegar al punto de que hagas a Jesús el Señor de tu vida y que lo ames a Él, a Su reino, y a otras personas más de lo que te amas a ti mismo. Te darás cuenta de que cuando haces eso y te enfrentas al ego, la discordia y la contienda en tu vida cesarán.

Una de las claves más importantes para poder usar todas las cosas que Dios ha hecho en tu vida es darte cuenta de que Él no te dio el reino para fines egoístas. Él no hizo estas cosas sólo para que tú pudieras tener todas tus necesidades cubiertas. Tú tienes que aprender que es por medio de negarte a ti mismo y de perder tu vida que verdaderamente empezarás a descubrir el significado de la vida. Es al amar a otras personas y a Dios más que a ti mismo que tú empezarás a disminuir la intensidad de tu cólera y de tus penas, y de todas esas cosas que están en tu interior.

Es mi deseo que hoy Dios tome estas cuantas cosas que he dicho y que las use para abrir tu corazón para que te des cuenta que es tu propio egoísmo lo que causa tu sufrimiento. En vez de echarle la culpa a algo más, tú tienes que aceptar la responsabilidad, enfrentarla, llenarte de humildad ante Dios, y debes pedirle que venga a tu vida y que tome el primer lugar en tu vida. Así es como caminas en victoria.

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