Nivel 2 – LECCIÓN 13 – LA CLASE DEL AMOR DE DIOS (PARTE II)

Por Don Krow

Jesucristo fue la expresión de amor más grande que alguna vez se manifestó sobre la faz de la tierra; sin embargo, por lo que se refiere a lo que está registrado en la Biblia, Él nunca dijo las palabras “te amo”. ¿No es eso sorprendente? La persona que fue la expresión más grande de amor nunca dijo “te amo”. ¿Sabes por qué? Porque el amor es algo más que palabras; es una acción. Supongamos que le dijera a mi esposa “te amo” y luego cometiera adulterio. ¿Ella creería en mis palabras o en mis acciones? Ella me creería de acuerdo a mis acciones, porque el 95 por ciento del amor no es algo verbal. No son las cosas que dices; es lo que haces.

En 1 Juan 3:18 leemos: “No amemos de palabra ni de lengua [no amemos solamente con las palabras de nuestra boca]; sino de hecho y en verdad” (los corchetes son míos). El amor es una palabra de acción. En Mateo 25:35-36, Jesucristo describe el amor por medio de las acciones que éste inspira, diciendo: “Tuve hambre, y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo, y me cubriste, estuve enfermo y me visitaste”. Después, en el versículo 40, Él dice: “De cierto te digo que en cuanto lo hiciste a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hiciste”. ¿Te das cuenta? El amor es una acción; es algo que tú haces. Hebreos 6:10 dice: “Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y del amor que, para su gloria, ustedes han mostrado sirviendo a los santos, como lo siguen haciendo” (NVI). En Mateo 22, cuando a Jesucristo le preguntaron cuál es el gran mandamiento, Él dijo que es amar a Dios y amar a tu prójimo. Estos dos mandamientos en realidad son uno solo, si se entienden correctamente. Cuando tú muestras amor a uno de estos mis hermanos más pequeños, Jesucristo dijo que de hecho se lo estás mostrando a Él. La Biblia enseña que tenemos una maravillosa oportunidad para amar a Jesús de una manera práctica, amando a otros.

En nuestra última lección, te hablé de los rumanos que conocí en el parque. Sus vidas fueron transformadas porque busqué su bienestar y beneficio sin tomar en cuenta cómo me sentía. Tenían un color de piel diferente al mío y eran de otra nacionalidad, pero yo sabía que el amor de Dios se expresa cuando tratamos de ayudar a otros y buscamos su bienestar y beneficio como Jesucristo lo hizo. Él no sentía deseo de ir a la cruz. Él dijo: “Padre, si puede ser de alguna otra manera, que así sea, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que Tú quieres”. Jesucristo buscó nuestro bienestar y beneficio sin considerar cómo se sentía.

Un día recibí una llamada de los rumanos. Estaban llorando. Habían estado viviendo en los Estados Unidos siete años y medio. Ahora vivían en Kansas y estaban trabajando. Me dijeron: “Finalmente nos dieron la resolución respecto a nuestros documentos para el asilo político. Nos han dado treinta días para presentar una apelación, y después de eso nos van a deportar”. La gente por lo general solamente tiene de un 2 a un 5 por ciento de posibilidades para poder obtener el asilo político en este país. Los rumanos vieron a un abogado y él básicamente les dijo que sus posibilidades eran nulas. Yo les dije que iba a orar y a tratar de ayudarlos. ¿Cómo?, no lo sabía. Pensaba que sería una gran injusticia que los regresaran a su país—sobre todo porque ahora sus hijos ya casi no podían hablar rumano.

Un amigo mío llamó a nuestro representante de Colorado ante el Congreso quien le dijo que contactáramos al Senador Sam Brownback en Kansas, porque los rumanos ahora vivían en Kansas. Eso estaba muy bien porque yo tenía una amiga que se llama Kim que trabajaba para el Senador Brownback. Yo me puse en contacto con Kim y ella puso a cuatro personas en Washington D.C. a trabajar en este caso. La comunidad en Sublette, Kansas, apoyó a los rumanos con una petición con firmas alegando que querían que los rumanos se quedaran allí. “Son buenas personas, pagan impuestos, y trabajan mucho. Los queremos aquí”. Se publicó un artículo que cubrió la noticia ampliamente acerca de lo que había sucedido. Fue un milagro y como había dignatarios de nuestro gobierno que sabían qué era lo que estaba sucediendo, los rumanos recibieron una carta que decía que la decisión para deportarlos había sido revocada y que podían quedarse en los Estados Unidos.

Yo fui a Sublette, Kansas, para asistir a una ceremonia en honor de mis amigos rumanos. Mis amigos no sabían que yo iba a ir, y cuando llegué allí, ellos estaban hablando por teléfono dándole las gracias al Senador Brownback porque les había ayudado a obtener el asilo político. Él no pudo asistir en persona porque ese día era el último día de la audiencia del proceso de impugnación por perjurio del Presidente Bill Clinton, pero los noticieros ABC y NBC estaban allí con sus cámaras. Tan pronto como colgaron, corrieron hacia donde yo estaba y me abrazaron, y las cámaras se enfocaron en mí. Los reporteros preguntaron: “¿Quién eres, y cómo conociste a estas personas?” Les dije toda la historia, cómo los conocí y busqué su bienestar y beneficio debido a Dios y por lo que Jesucristo dijo en Mateo 7:12.

Después todos fuimos a un gimnasio donde había globos rojos, blancos, y azules por todos lados y se estaban entonando canciones patrióticas. Cuando mis amigos entraron, todos los presentes empezaron a gritar, y ellos estaban llorando. El alcalde de la ciudad dijo: “Hoy, Febrero 12, será el día de la Familia Jucan, en honor de estos rumanos”. Tomaron una bandera Americana que el Senador había elevado en el mástil de la capital en Washington, D.C., en su honor y les entregaron esa bandera. El alcalde también les entregó documentos que afirmaban que tenían el derecho legal para permanecer en el país—básicamente por el resto de sus vidas. Todos ellos dieron un testimonio y después me pidieron que orara. Yo dije: “Este día hay una persona a la que todavía no le hemos agradecido lo suficiente, y esa persona es Dios Todopoderoso. En un parque en Colorado Springs, CO, hace siete años y medio, yo estaba buscando a Dios, y le estaba diciendo que ese día yo quería tener contacto con alguien para mostrarle Su amor. Fui guiado a estos rumanos”. Después repetí la historia y dije: “Dios quiere que les ayudemos—bienvenidos a los Estados Unidos de América”.

La manera como todo sucedió fue un milagro. Yo conocía a las personas idóneas en los lugares idóneos en el momento idóneo. Mi amiga Kim había hecho arreglos para que el Senador Brownback me visitara en Andrew Wommack Ministries un año antes de que todo esto sucediera. Ella le dijo: “Tienes que conocer a Don Krow”, No sabía por qué pero yo me sentía muy incómodo. Lo que no sabía era que Dios estaba arreglando las cosas para ayudar a una familia a la cual se les había manifestado Dios y Su amor, simplemente por el mandamiento de Jesucristo de que hagas a otros lo que quieres que te hagan a ti. Es un milagro que ellos nunca olvidarán, y hoy si platicaras con ellos te dirían: “Sucedió gracias a Dios”. Anka, la mujer rumana, dijo: “Mi fe titubeó, pero Dios es fiel, y Él nos permitió que nos quedáramos en los Estados Unidos de América”.

Hay multitudes que están clamando por amor. La única manera como pueden obtenerlo es que tú y yo tomemos la decisión de entender los principios del amor que se encuentran en la Palabra de Dios. El amor es benigno, el amor busca el bienestar de otros—así como Jesucristo buscó nuestro bienestar cuando Él fue a la cruz. Que Dios te bendiga hoy mientras profundizas más en los principios acerca de lo que realmente significa amar con el amor de Dios.

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