Nivel 3 – LECCIÓN 10 – SIN MÁS CONCIENCIA DE PECADO

Por Don Krow

Un día un hombre embriagado se subió a su automóvil, empezó a manejar en la dirección opuesta, y tuvo un accidente automovilístico de frente con un grupo de personas que iban en otro carro. En este accidente, murió una joven de dieciocho años. La familia de esa muchacha demandó a ese hombre y ganó una demanda de $1.5 millones de dólares.

En vez de tomar la suma total del dinero, la familia aceptó un pago de $936 dólares. La razón fue que ellos querían que el hombre pagara la cantidad demandada de una manera especial. La familia quería que el hombre que se había embriagado recordara lo que había hecho. Él tenía que expedir cada semana un cheque por la cantidad de un dólar a nombre de la joven que había matado, y enviárselo a la familia. Tú podrías pensar que un acuerdo de $936.00 dólares sería un buen trato en vez de una deuda de $1.5 millones de dólares. Al principio, pagar un dólar cada semana era fácil, pero después de un tiempo, escribir un cheque a nombre de la muchacha que él había matado empezó a obsesionarlo. Todas las semanas él se deprimía, cuando pensaba en la muchacha que había matado.

Después de años de esa situación, él finalmente dejó de hacer los pagos. La familia volvió a citarlo en la corte y le ordenaron que reanudara los pagos. En los últimos seis o siete años, él había dejado de hacer los pagos unas cuatro o cinco veces. Sin embargo, cada vez que eso sucedía, volvían a citarlo en la corte y lo obligaban a que volviera a reanudar los pagos.

La familia dijo que ellos ya no estaban enojados, pero que solamente querían recordarle lo que había hecho.

Si tú piensas al respecto, estarás de acuerdo en que la familia de la joven era tan esclava como el hombre que estaba haciendo los pagos. Cada semana los familiares recibían un cheque que les recordaba su pérdida, así que en cierto sentido, ellos no podían tener paz respecto a la memoria de su hija muerta.

Ahora ese hombre está demandando a la familia por lo que llama “un castigo cruel e insólito”. Él dice: “¡Esto me está matando! ¡Está destruyendo mi vida!” “¡Nunca puedo olvidarme del pasado para continuar con mi vida!”

Como en el caso de esta historia, yo he conocido a muchos Cristianos que sienten que están bajo esa misma clase de juicio. Alguien les dijo que “Jesucristo lo pagó todo”, pero aun así sienten como si tuvieran que hacer un pago semanal de obras religiosas, o que Dios no los aceptará.

Recuerdo a una joven que vino a consejería. Ella había confesado a Jesucristo como su Señor y Salvador, pero estaba convencida de que Dios no la aceptaba porque sentía que no era digna. “Nunca puedo ser lo suficientemente buena para Dios. Siempre me siento culpable, nunca hago lo suficiente”, decía. El problema era que ella no entendía la gracia de Dios ni el hecho de que Jesucristo ya había pagado la deuda completa por sus pecados. Como resultado, ella trataba de compensar algo que ya había sido pagado.

En Hebreos 10:1-2, dice: “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. De otra manera, cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado.”

Estos versículos nos enseñan que los sacrificios del Antiguo Testamento no podían quitar los pecados, porque si lo hubieran hecho, no se hubieran repetido año tras año. Pero Jesucristo, por medio de Su sacrificio perfecto, hizo algo que los sacrificios antiguos no podían hacer. Él quitó nuestros pecados de una vez por todas, y limpió nuestras conciencias del pecado.

Hebreos 10:14 dice: “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” Este versículo nos asegura que el sacrificio de Jesucristo nos ha hecho perfectos para siempre. No necesitamos seguir ofreciendo sacrificios ni haciendo obras religiosas para tratar de ganar la aceptación de Dios. Ya hemos sido aceptados en el Amado (Efesios 1:6).

Si tú te sientes culpable y piensas que nunca haces lo suficiente para Dios, quiero que sepas que Jesucristo ya pagó el precio completo por tus pecados. Tú no necesitas seguir haciendo obras religiosas para tratar de ganar la aceptación de Dios. Ya has sido aceptado en el Amado. Descansa en Su gracia y permite que Su paz llene tu corazón.

“Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Romanos 3:28).

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