Por Don Krow
¿Puede un solo acto de fe “salvar” si no continúa? ¿Puede cesar y aun así recibir la promesa? Abraham le creyó a Jehová, y le fue contado por justicia (Génesis 15:6). Si la fe de Abraham hubiera cesado (se hubiera detenido), ¿habría cesado la justicia que se le había abonado?
Con base en las Escrituras, sabemos que la “fe” empieza como una sola acción completa (tiempo aoristo), pero que continúa en la vida Cristiana como se evidencia en el tiempo presente del idioma griego. Las órdenes que se dan en el tiempo presente del griego deben tener una aplicación continua o repetida. Cuando se usa el tiempo presente griego, si le proporcionáramos las siguientes palabras o frases al lector de la Biblia, incrementaríamos de una manera muy sustancial su comprensión de los pasajes Bíblicos. Estas palabras son: repetidamente; es decir, una y otra vez, constantemente, continuamente, de costumbre, como un hábito o un estilo de vida, o ininterrumpidamente.
Considera los siguientes pasajes y la manera como el tiempo presente del griego los afecta. Estos pasajes se tomaron de la RVR1960.
Juan 3:16 – Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree [tiempo presente: cree y continúa creyendo] no se pierda, mas tenga vida eterna. (Los corchetes son míos).
Hebreos 10:14 – Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. [Tiempo presente: aquellos que están apartados y continúan estando apartados, que una ofrenda los ha perfeccionado para siempre. La Nueva Versión Internacional dice: “a los que está santificando”]. (Los corchetes son míos).
1 Juan 3:9 – Todo aquel que es nacido de Dios no practica [tiempo presente: es decir, no continúa pecando, no muestra un corazón contumaz como su manera de vivir] el pecado, porque la simiente de Dios permanece [tiempo presente: la semilla de Dios permanece y continúa permaneciendo] en él; y no puede [tiempo presente: como una manera de vivir o constantemente] pecar, porque es nacido de Dios. (Los corchetes son míos).
Marcos 1:15 – Diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, [tiempo presente; es decir, arrepiéntanse y continúen
arrepintiéndose tan a menudo como sea necesario], y creed [tiempo presente: es decir, crean y continúen creyendo] en el evangelio. (Los corchetes son míos).
Juan 5:24 – De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree [tiempo presente: y continúa creyendo] al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. (Los corchetes son míos).
Lucas 15:7 – Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente [tiempo presente: y continúa sintiéndose arrepentido], que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. (Los corchetes son míos).
Hechos 17:30 – Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda [tiempo presente: y continúa mandando] a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan [tiempo presente: y que continúen sintiéndose arrepentidos]. (Los corchetes son míos).
Juan 6:47 – De cierto, de cierto os digo: El que cree [tiempo presente: y continúa creyendo] en mí, tiene vida eterna. (Los corchetes son míos).
Romanos 4:5 – Mas al que no obra, sino cree [tiempo presente: y continúa creyendo] en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. (Los corchetes son míos).
Hechos 26:20 – Sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen [tiempo presente: y que continúen arrepintiéndose] y se convirtiesen [tiempo presente; y que continúen convirtiéndose] a Dios, haciendo [tiempo presente: y que continúen haciendo obras o acciones que comprueben su arrepentimiento] obras dignas de arrepentimiento. (Los corchetes son míos).
Conclusión: El tiempo presente se usa cientos de veces en las Escrituras. Mi objetivo no es mostrar todos los versículos que estén relacionados con este tema. La verdad referente a la fe que salva es que es algo que continúa y se enseña tanto en la teología armenia como en la calvinista, aunque ambas parten de perspectivas diferentes.
El Calvinismo, que profesa la seguridad eterna, enseña que los creyentes genuinos pueden tropezar o fallar pero a pesar de eso perseverarán en la fe Cristiana (1 Corintios 1:8). Aquellos que creen en la seguridad eterna también creen que los verdaderos Cristianos han experimentado una muerte al pecado y no vivirán ya en él (Romanos 6:1-3). Los que más adelante se alejen totalmente de Jesucristo comprobarían que verdaderamente nunca fueron vueltos a nacer (1 Juan 2:19).
La teología armenia enseña que los creyentes genuinos pueden apostatar de la fe Cristiana. Los armenios por lo general creen y enseñan que aquellos que apostatan, pierden, o rechazan su salvación. Su sistema de pensamiento no admite a los sedicentes Cristianos (los que nada más lo son de nombre) que viven en continua rebelión o cometiendo pecado de manera premeditada y sin fruto que compruebe su arrepentimiento.
El apóstol Juan dijo: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8 RVR1960), pero también dijo, “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado” (1 Juan 3:9 RVR1960). Aquí tenemos una paradoja, pero no una inconsistencia en las Escrituras. Todos los Cristianos pecan (1 Juan 1:8) pero también obedecen (1 Juan 2:3). El pecado y la carnalidad todavía están presentes en los Cristianos, pero el pecado ya no puede ser su amo ni una característica dominante en ellos (1 Juan 3:9). El verdadero arrepentimiento y la verdadera fe requieren un cambio de mentalidad, de manera de pensar, de dirección, aunque no sea la perfección (Hechos 26:18 y 1 Juan 1:8). El “fruto” continúa siendo lo que pone a prueba que la fe sea real y genuina. La fe es una convicción firme y sobrenatural que gobierna el verdadero comportamiento del creyente y se traduce en acciones concomitantes. Esto se muestra con los ejemplos acerca de la fe que aparecen en Hebreos, capítulo 11, que se manifiestan en las acciones correspondientes. Dicho en otras palabras, lo que hacemos es el resultado de lo que creemos. El libro de Santiago en el versículo 2:18 dice: “Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”.
Cuando los apóstoles hablan negativamente acerca de las obras, se están refiriendo a “las obras de la Ley”; es decir, cualquier cosa que uno esté haciendo para ganar, o merecer, la salvación.
Las Escrituras también hablan del fruto de la salvación, que son las buenas obras, o las obras de la fe. Éstas son obras, o acciones, que proceden del arrepentimiento y la fe (Hechos 26:20, Mateo 3:7-10, 1 Tesalonicenses 1:3, y Santiago 2:14-26); muestran la evidencia de la salvación. La unidad que se expresa entre el arrepentimiento y la fe es que ambos tienen el mismo fruto o la misma evidencia: las buenas obras. No somos salvos por medio de las buenas obras, pero somos salvos para las buenas obras (Efesios 2: 8-10 para ver el contraste entre ser salvo por medio de y para). Las obras son una prueba de la realidad de la fe, y la gracia que con el tiempo no afecte la vida personal ni las acciones no se puede considerar como si fuera la verdadera gracia de Dios (Tito 2:11-12). Jesucristo enseña que por el fruto, se les conocerá a los verdaderos creyentes (Mateo 3:8, 7:16-20, 25:34-40; Juan 13:35, 14:23; Hechos 26:20; Romanos 2
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