Nivel 3 – LECCIÓN 14 – UNA EXHORTACIÓN A ABRAZAR EL DISCIPULADO

Por Andrew Wommack

Hoy vamos a hablar acerca del hecho de ser un discípulo y de cómo convertir en discípulos a otras personas. Quiero recordarte que el Señor no nos dio la orden de hacer conversos, ni la de hacer que la gente acepte a Jesucristo como su Señor y que reciban el perdón de los pecados, sino la de hacer discípulos. Aunque las dos primeras cosas son vitales, y no las estoy minimizando, el verdadero propósito tiene que ir más allá del nuevo nacimiento y debe continuar hacia la madurez. La meta de un Cristiano que sea un discípulo, debe ser salir y hacer discípulos.

Jesucristo nos dijo que vayamos por todo el mundo y que hagamos discípulos, que llevemos a la gente a la madurez para que puedan multiplicarse. Hoy por hoy nuestro mundo eclesiástico no ha hecho eso. Hemos puesto la responsabilidad de que la gente sea vuelta a nacer en lo que llamamos el clero, o en los ministros. Tenemos evangelizadores que viajan por el mundo, que hacen reuniones para evangelizar, y que ven a miles de personas que le entregan su vida al Señor. Aunque algunas de esas personas en realidad no son vueltas a nacer sino que solamente experimentan algo emocional, estoy seguro que otras personas son verdaderamente vueltas a nacer y que tienen una relación con el Señor. Sin embargo, la mayor parte del tiempo, en esas reuniones no hay un énfasis para seguir adelante y convertirse en un discípulo, y eso no es lo que Dios se propuso.

Yo comparo esto con la persona que ama a los bebés. Sería totalmente irresponsable tener un bebé, emocionarse por eso, pero que nada más nos gustara verlo nacer. Cuando tú tienes un hijo, tienes que asumir la responsabilidad de educarlo y ayudarle a crecer. Nosotros le decimos a la gente: “Lo importante es volver a nacer, y confesar que Jesucristo es tu Señor”. Cuando eso sucede, les damos una palmadita en la espalda y decimos: “Muy bien, ahora ya eres un Cristiano. Cree en Dios, estudia la Biblia, y todo estará bien”. Eso no es en lo que el Señor insiste.

Como consecuencia de esto, hemos producido conversos, muchos de los cuales han hecho un compromiso sincero con el Señor, pero que no han madurado. Son incapaces de reproducir su fe porque no hay herramientas para ayudarlos. En vez de que den un buen testimonio de Jesús, en realidad se convierten en un testimonio negativo. Él tiene la intención de que nosotros salgamos y que evangelicemos a la gente de manera que se conviertan en discípulos maduros que sean capaces de reproducir su fe en otros.

Si tú convirtieras a una persona en un prosélito del Señor Jesús cada seis meses, le dedicaras todo tu tiempo y lo hicieras un discípulo hasta llegar al punto de que se convierta en un Cristiano maduro que pueda reproducir su fe, al final de los seis meses habría solamente dos Cristianos. Después, si cada uno de ustedes convirtiera a una persona en un prosélito del Señor Jesús, le dedicaran todo su tiempo y lo educaran durante seis meses para que sea un discípulo, al final de un año habría cuatro Cristianos. Aparentemente esto no se puede comparar con la persona que pudiera convertir a mil gentes en un año en una reunión de evangelización y guiarlos a que confesaran a Jesucristo. La mayoría de la gente diría: “Pues bien, este método para evangelizar solamente produce cuatro conversos en el primer año, mientras que el otro método produciría mil conversos. Tenemos que optar por el otro”. El hombre que pudiera ganar mil conversos para el Señor habría guiado a 35,000 personas al Señor. Eso está bien, y nadie lo criticaría; pero eso no es más que una gota de agua en una cubeta si se compara con la población mundial. Básicamente así es como la iglesia ha estado funcionando.

Si enfatizamos el discipulado, la persona que convierte a alguien en un prosélito del Señor Jesús cada seis meses y los dos hacen lo mismo, en un poco más de doce años y medio evangelizarían a una cantidad de personas mayor que la de la población del mundo. Algunas personas piensan: “Eso no es posible”, pero yo te reto para que lo calcules. Yo hice las multiplicaciones, y en un poco más de doce años y medio, una persona que instruye a otra para que se convierta en un discípulo cada seis meses, convirtiéndola en un miembro del cuerpo de Cristo que pueda reproducirse, podría evangelizar a cinco mil quinientos millones de personas contra doce mil quinientas personas con el otro método.

Si pudiéramos lograr que tú no solamente experimentaras la victoria y la madurez sino que también tuvieras el deseo de salir y de reproducir tu fe en otras personas, si tú te convirtieras en el entrenador en vez de ser el aprendiz, aquí están algunas de las cosas que podrían suceder si tan sólo una persona captara este concepto, siguiera al Señor hasta llegar a la madurez, y que empezara a convertir a otra persona en un discípulo; si tan sólo hicieras esto con otra persona al año, al final de un año, serían tú y la persona que convertiste en un discípulo—serían dos. Al final de dos años, habría cuatro. Pero si tú continuaras con eso, al final de diez años habría 1,024 personas que habrían sido entrenadas como discípulos y que serían miembros que se reproducirían en el cuerpo de Cristo. Si tú continuaras, tan sólo con una persona que desde el principio hubiera recibido esto, al final de veinte años habría más de un millón de personas. Eso es maravilloso. Éste es el método de multiplicación que el Señor estableció—salir y hacer discípulos, pero no salir y hacer conversos. Sin lugar a dudas es la mejor manera de expandir el reino para evangelizar a la gente, pero nuestra mentalidad está buscando una solución rápida.

¿Cuántas personas de las que asisten a grandes reuniones de evangelización, y se comprometen a seguir al Señor, salen y proclaman que son Cristianos, pero siguen teniendo cólera, amargura, celos, y se convierten en unos testigos negativos? Si quisiéramos estudiar las estadísticas, ¿cuántas personas se han decepcionado del verdadero Evangelio porque vieron a alguien que proclamaba ser Cristiano y pensaron: “Yo soy tan bueno como los hipócritas de esa iglesia. Yo no necesito ser Cristiano”?

El quid del asunto es que hacer discípulos es el método que Dios estableció para evangelizar al mundo. La verdad no te liberará hasta que tú continúes en la Palabra (Juan 8:31-32). Eso es lo que Dios quiere para cada individuo, para que puedan experimentar Su plenitud; pero también es el método para evangelizar que Él estableció. Quienquiera que haya decidido que ésa no era la manera de hacerlo la ha sustituido por otro método que no ha funcionado.

Hoy es mi deseo que Dios le hable a tu corazón para que te muestre la importancia de abrazar el discipulado. Te invito a que continúes y te conviertas en un discípulo y en alguien que convierta a otros en discípulos.

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